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Aún en lo poco...¡fieles siempre!

Se cuenta de un misionero que pasó muchos años sirviendo al Señor. Su esposa y dos hijos murieron en el campo misionero donde sirvió. Ya viejo y enfermo, al fin pudo regresar a su lugar de origen. Cuando su barco se acercaba a su destino, notó mucho movimiento de los marineros, y llegó a creer que le esperaba un gran recibimiento, que posiblemente familiares, compañeros y amigos le esperaban con la expectativa de volver a verle.

En sus arrebatos de emoción sufrió una triste decepción que apagó el fuego de su entusiasmo: en el puerto eran muchos los militares haciendo guardia, y miles de civiles que esperaban el feliz arribo de un heroico militar que había logrado, en el campo de batalla, grandes victorias para su país; en cuanto el militar pisó tierra, brotó de los asistentes una gran algarabía, en cambio a él, nadie lo recibió; ni familiares, ni amigos, ni compañeros. La tristeza embargó su corazón, ya nadie se acordaba de él, quizá, hasta lo daban por muerto. Aquella, la primera noche en su querido país, después de muchos años de ausencia, se fue a su cama con aquellos sentimientos que embargaban su dolido corazón.    

En medio del dolor le consolaba saber que Dios no se había olvidado de él. Elevó su oración al Creador, y se quedó profundamente dormido.  Su sueño fue un momento de grande iluminación, confortante y alentador, que nunca olvidó: Contempló en su sueño el momento de su partida de este mundo, su Señor le había llamado a su presencia, y cuando llegó al cielo, él era uno de una gran compañía, a la cual el Rey le había preparado una gran recepción. Todos vestían prendas muy finas, nunca vistas en este mundo. No eran miles, sino millones los que les recibieron. Sus familiares, amigos y compañeros que habían partido antes, les dieron la bienvenida. El ambiente era indescriptible. ¿Puede la imaginación crear algo más precioso?  El Rey fue llamando uno a uno a su trono inmarcesible para recibir de él, las medallas y condecoraciones. Cuando le tocó su turno, vibraba su corazón de emoción; su Señor le dijo: ¨Bien, buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré, entra en el gozo de tu Señor.¨    

Mi afligida (o) y querida (o) hermana(o), en la experiencia de este misionero, nos vemos retratados todos nosotros. En nuestros afanes y luchas, o en algún contratiempo muy semejante, levanta tu ánimo, no desmayes; fiel es quien lo prometió, y lo cumplirá. 

Adaptado de: aqui.

"El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho." (Mat. 25:23)



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