Hay un dicho popular muy famoso que dice: el pez muere por la boca...reflexionando sobre esto, creo y tiene algo de razón. Si no somos cuidadosos con nuestras palabras habrá algo de lo cual nos podremos arrepentir, y luego nos vamos a preguntar: ¿por qué me pasa esto a mí?
Ten cuidado con lo que dices, presta a tención a tus palabras: tienen
poder. Un sencillo ejemplo es cuando se le repite a un niño que es un bruto; cuando este pequeño crezca, a menos que
haya una intervención divina o sea una rara excepción, tendrá dificultades en
su aprendizaje y se hará esta pregunta ¿porque seré tan bruto? La respuesta es
el reflejo de lo que sus padres le dijeron toda su vida.
En ocasiones con mi esposo nos preguntamos ¿por qué no guardamos silencio? ; han sido momentos en
los cuales hemos “metido la pata” por no ser prudentes. La verdad es que es difícil
pero necesario, en ciertos momentos, morderse
la lengua para no decir lo que nos parece o pensamos en ese justo instante. Aun
cuando el espíritu santo nos pide callar, ahí está nuestra terquedad y soltamos
cada palabra de las que al final debemos arrepentimos.
En la biblia se menciona una historia muy interesante que nos puede
ayudar un poco: Jesús le dijo a su discípulo, Pedro, que lo iba a negar tres
veces antes de que cantara el gallo y éste, en vez de quedarse calladito, decidió
hablar, contradiciendo lo que Dios mismo le estaba advirtiendo... bueno, ya
conocen el desenlace dela historia: finalmente Pedro negó a Jesús tres veces
antes de que el gallo cantara. Quedó desolado, triste y tomó la decisión de
regresar a pescar.
Hoy te invito a reflexionar, piensa: ¿cuántas veces al día debes guardar
silencio? Aun cuando tu esposo, amigo, pastor o cualquier otra persona no tenga
la razón y quieras gritarlo en su rostro... calla… evitarás muchos problemas,
malos ratos, discusiones sin sentido y malas actitudes, tanto tuyas como de los
demás. En ciertas circunstancias tu silencio dirá mucho más que todas las
palabras que quieras decir.
Así que hoy disponte a callar, escucha y si es necesario, solo si es
necesario habla.
Prov. 13:3. El
que guarda su boca, preserva su vida; el que mucho abre sus labios, termina en
ruina.
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