Esta parte de mi vida se llama...creo y muchos han visto esta excelente película donde se nos cuenta una increíble historia sobre un padre e hijo que pasaron duros momentos e increíbles anécdotas antes de poder salir de la pobreza y hallar su felicidad.
¿Te ha pasado que a veces te encuentras muy afanado por salir de algún inconveniente y, aunque oras pidiéndole a Dios que actúe, siempre terminas por buscar la manera de “ayudar” para que las cosas salgan bien, según tu parecer?
Hoy te comparto mi historia: mi esposo y yo adquirimos muchas deudas siendo más jóvenes, y gracias a nuestra falta de sabiduría, éstas, a lo largo de nuestro matrimonio, se hicieron cada vez más grandes. Llegó un momento en el que parecía y nada nos salía bien; por más que queríamos, orábamos y clamábamos a Dios nada salía como lo esperábamos o habíamos planeado. Tuvimos que pasar por muchas pruebas y otros tantos golpes para darnos cuenta lo afanados que estábamos por buscar nuestra propia felicidad, no podíamos darnos cuenta, o más bien, no queríamos creer que Dios lo tenía todo bajo control.
Estábamos tan desesperados, cegados por querer hacer y tener todo ya, que olvidamos un principio fundamental de nuestra vida en Cristo: todo tiene su tiempo.
Dios en su infinita misericordia, a pesar de nuestra terquedad, nos guiaba por el camino correcto, el cual es difícil de aceptar cuando las cosas no se dan como uno quiere, pero El todo lo tiene bajo control. Si pides su guía y le permites actuar, sin intentar ayudar (El no necesita ayuda créeme), todo saldrá bien.
Finalmente Dios nos dio la respuesta, la cual siempre estuvo ahí pero no queríamos aceptar, y hoy quiero compartirla contigo. Sé que al igual y nosotros hicimos, muchas veces la has leído y te la sabes de memoria, pero no la has aceptado y menos la has interiorizado para tu beneficio. Recuerda y acepta: Busca primeramente el reino de Dios y lo demás será una añadidura; El nunca te deja solo siempre está contigo. Animo y no busques con afán esa felicidad pues finalmente, si obedeces, llegará.
Lee, medita y memoriza: Mateo 6: 33.
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