Como lo había prometido, Dios estuvo con Josué (Josué 1:5, 9), e hizo grande el nombre de Josué en toda la tierra (v. 27; 3:7; 4:14).
Los siervos de Dios nunca deben autoengrandecerse, y si el Señor los engrandece deben tener mucho cuidado de darle a Él toda la gloria. Cuando nos creemos fuertes, corremos el riesgo de volvernos muy confiados y olvidar que nuestra confianza debe estar puesta únicamente en el Señor.
No debemos ser como el rey Uzías del cual dice la Escritura: Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios (2 Crónicas 26:16). Autor: W. Wiersbe
Si Dios ha decidido hacer algo contigo no debe ser razón para sentirte superior o mas especial que nadie mas. Dios te escogió, si, pero pudo haber elegido a otro, no fue ese el caso, entonces en vez de ser altivo y orgulloso por qué no mejor ser humilde y agradecido.
He escuchado que las alturas marean, y al parecer es cierto, no hace poco leía un libro titulado Los Generales de Dios (Descargar) en el que se evidenciaba como algunos de los hombres y mujeres que fueron usados de una manera sobrenatural por Dios, al estar en el pináculo de su ministerio, cayeron, y no se habla de pecados sucios y oscuros, sino de mero y simple orgullo, de altivez corrosiva, que al final, si bien no deshicieron lo que Dios hizo mediante ellos, si melló su historia e hizo del final de sus días algo triste y turbulento.
Que el ser usado por Dios no sea la excusa para terminar siendo un pedante al que no se le pueda decir o hacer nada, que no sea el final de algo que pudo ser mejor y más duradero.
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