Según el diccionario, podemos definir intimidad como: Aspecto interior o profundo de una persona, que comprende sentimientos, vida familiar o relaciones de amistad con otras personas. Y hoy quise iniciar determinando el significado de esta palabra porque muchas veces hablamos sin conocer el verdadero concepto de todas y cada una de aquellas cosas que decimos.
He tenido la oportunidad de oír a muchos hablar de "su tiempo de intimidad con Dios", y me pregunto si en verdad eso es lo que tienen. No juzgo el deseo o las intenciones de su corazón, pero no puedo dejar de pensar en el mal y, hasta banal uso, dado a la palabra intimidad cuando la unimos a Dios y, específicamente, a la oración. Y es suficiente escuchar las repeticiones y frases llenas de muletillas que se usan el las oraciones congregacionales; sé y eso no puede, en ningún caso, llamarse intimidad, pero si se y puede ser un síntoma, muy grave, y pudiera estar ocurriendo en aquello a lo que nuestro creyente del común puede llamar intimidad con Dios.
Basándonos en el significado de esta, tan usada, palabra, para considerar realmente nuestra relación con Dios como íntima, deberíamos conocer aspectos profundos de El, demostrar familiaridad...conocer sus sentimientos. Sé y muchos dirán que conocer los pensamientos de Dios es imposible (Is. 55:9), y tienen la razón, más no se trata de conocer con el entendimiento, se trata de saber con antelación cuales son sus planes, de saber lo qué El tiene para mi, de conocer lo que vienen para mi ciudad, mi país, los míos, aún cuando no pueda comprender el por qué, si pueda saber que es El quien lo hace y podré estar tranquilo porque su voluntad siempre es y será buena para conmigo (Jer. 29: 11).
Si ya sabemos lo que intimidad significa, entonces se nos hace más fácil determinar si nuestros momentos de oración hoy día pueden considerarse como tiempos de verdadera intimidad, o de mera conversación en un sentido, un simple monólogo de necesidades expresadas con tristeza y lástima, esperando y nuestro Dios responda. Si tu respuesta es un triste no, pues no te afanes, cuando estamos mal, hay muchas mas posibilidades de mejorar. Cesa las banas repeticiones aprendidas en la congregación, desnuda tu corazón delante de tu creador, no trates de pasarte de listo y ocultar algo a quien lo conoce todo de ti, habla con El como si fuera tu amigo, con respeto, pero con la tranquilidad de saber quién está frente a ti: el mejor consejero, quien puede resolver tu problema y te ama, no solo como amigo, sino como su hijo (Mat. 6:5-13).
Es cierto hno. Cuando nosotros oramos la palabra. Estamos teniendo no un monólogo sino una plática con Dios porque oramos deacuerdo a su voluntad
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