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La desilusión, materia ineludible...

La palabra desilusión se encuentra en el vocabulario de todos nosotros, porque hemos tenido sueños que no se han cumplido. Entre más grande sea el sueño, mayor la desilusión. A veces la gente nos desilusiona. Imagínese a la mujer que descubre que su esposo tiene una aventura amorosa. Pensaba que lo conocía, y estaba convencida que nunca la traicionaría, pero ahora sus peores temores se han hecho realidad. Descubre que esa persona amada llevaba una vida secreta. ¡Qué terrible es el engaño!

Con frecuencia los padres se desilusionan de sus hijos; un jefe se desilusiona de su nuevo gerente, y viceversa. A menudo nos desilusionan las circunstancias.

También podemos desilusionarnos con Dios. Una pareja oró por un hijo, y cuando la joven quedó embarazada estaban encantados. Prepararon todo el ajuar y la cuna, pero el bebé murió en el momento del parto. "Para mí Dios no vale nada". dijo el hombre furioso. "¿Por qué nos haría esto?"Otra mujer que oró por sus hijos y no recibió la respuesta a sus oraciones y dijo: "Hace tiempo que dejé de confiar en Dios y en la oración. Ni siquiera volví a orar, porque no quiero otra desilusión".

Los israelitas experimentaron duras desilusiones (Ex.15: 22-27). Inmediatamente después del milagro del Mar Rojo, entonaron una canción de alabanza con tal euforia que tendríamos la impresión de que podían creerle a Dios en toda circunstancia. Pero el canto pasó a ser un susurro, y la música un murmullo. Las alturas del éxtasis duraron poco, porque pronto cayeron en las profundidades de la desilusión.

Estudie la prueba que Dios envió a los israelitas en Mara (Ex. 15) y aprenda lecciones para su vida espiritual. Autor: BBN

Aún en la desilusión...El está ahí para tí:



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