Lee la siguiente anécdota de una querida amiga:
Esta mañana mientras me dirigía al trabajo,mire por la ventana de autobús en el cual iba y pude ver un pequeño pajarito que llevaba en su pico una rama; el iba contra el viento, pasaron varios pájaros mas de frente pero pudo esquivarlos y seguir adelante, entonces no pude evitar reflexionar: "Si ese pajarito siendo tan pequeño, a pesar de los obstáculos que se atravesaron en su camino, pudo continuar adelante gracias a que tenía la convicción fija en su mente de llegar a la meta que se había propuesto, ¿por qué nosotros teniendo la ayuda de Dios menguamos en lo que El ha prometido y nos derrumbamos en medio de las pruebas?. "acaso no valéis vosotros más que los pajaritos", dice la biblia y también: "el Señor es mi ayudador, no temeré, confía en el".
Es innegable que en nuestro diario trajinar tenemos obstáculos y pruebas, éstos, dependiendo del estado de la relación que hayamos establecido con Dios, pueden o no derribarnos.
La nadadora Dara Torres tuvo una carrera extraordinaria. Participó en cinco Olimpíadas entre 1984 y 2008, y, casi al final de su carrera, batió el récord estadounidense en 50 metros estilo libre; 25 años después de haberlo establecido ella misma. Pero no todo fueron medallas y marcas, ya que también enfrentó obstáculos en su carrera deportiva: lesiones, una cirugía y tener casi el doble de edad que la mayoría de sus rivales. Declaró: «Desde niña, quería ganar a todo, todos los días […]. También estoy convencida de que las dificultades tienen su lado bueno; generan nuevos sueños».
«Las dificultades tienen su lado bueno» es una gran lección de vida. Las luchas de Torres la motivaron a alcanzar objetivos más elevados. Esto también beneficia espiritualmente. Como afirmó Santiago: «tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia» (Santiago 1:2-3).
Adoptar esta perspectiva no es fácil, pero vale la pena. Las pruebas nos brindan la oportunidad de profundizar nuestra relación con Dios. Además, dan lecciones sobre la paciencia y la dependencia que el Señor espera de nosotros, y que el éxito no puede enseñar.
El salmista nos recuerda: «Aguarda al Señor; esfuérzate, y aliéntese tu corazón» (Salmo 27:14).
Los reveses de la vida pueden enseñarnos a esperar la ayuda y fortaleza divinas.
Oremos así: Señor, en mis pruebas, enséñame a esperar en ti.
Adaptado de aqui.
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