Por definición encontramos que obedecer es "la acción de acatar la voluntad de la persona que manda, de lo que establece una norma o de lo que ordena la ley", y honra el "respeto y buena opinión que se tiene de las cualidades morales y de la dignidad de una persona".
En muchos momentos de la vida Jesús nos dice: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados» (Mateo 11:28), y nosotros respondemos: «No puedo más. Tengo tantos problemas y dificultades», me pregunto qué piensa Él. Cuando indica: «Estad quietos, y conoced que yo soy Dios» (Salmo 46:10), y nosotros contestamos: «No tengo lugar para ti en mi agenda», ¿qué pensará? Cuando declara: «Sed santos, porque yo soy santo» (1 Pedro 1:16), y nosotros decimos: «Pero el mundo parece ser muy divertido», ¿qué sentirá?.
Dios ha hablado, debemos atenderle.
Lo ideal sería obedecer, mas hoy nos hemos vuelto expertos en excusas y componendas para no hacerlo, como reza un conocido dicho entre abogados: "hecha la ley, hecha la trampa". Siempre tenemos un pretexto, siempre hay un "¿no puedo otro día?" o "uyyy mañana no, otro día con mucho gusto". También están las preocupaciones y problemas que el enemigo, hábilmente, usa para que nosotros los usemos como escudo, como otra excusa para posponer el servicio, la predicación...obedecer y honrar al Señor.
Podemos creer o pensar que hay mil maneras de honrar a Dios, y si las hay, pero es claro que para El hay una, y solo una manera en la que, de forma superlativa, desea sentirse así. Debemos recordar que obedecer es la mejor manera de honrarlo por lo que ha hecho por nosotros y de mostrarle cuánto lo amamos. Nuestro deseo de agradar a Dios es la mayor motivación para obedecerle.
Si bien no siempre es agradable obedecer, siempre se sentirá bien...amar.
Agadecimientos a BBN.
amen muy buena reflexion
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