No sé tu, pero yo, algunas veces, tiendo a complicar mi relación con Jesús. Quiero orar pero, siento como si necesitara encontrar, exactamente, las palabras correctas, u orar de la manera adecuada. Con todo este "sobre- pensar" y "sobre-analizar", pierdo de vista el hecho de que Jesús solo quiere que le hablemos. No hay una manera "correcta" o "incorrecta" para orar.
Así que, cuando este escrito comenzó a circular en Facebook, pensé que era un gran recordatorio de que Jesús ¡solo quiere ser nuestro amigo!. Espero que ilumine tu día y te rete a tomar un minuto para sentarte y tener una charla con Jesús.
Como muchas películas y libros inspiradores, esta historia corta puede ser ficticia. Sin embargo, el impacto que este trabajo tendrá en los lectores será muy real. ¡Disfrútalo!.
Un pastor pasaba a dar una ronda por su iglesia a la mitad del día y decidió hacer una pausa en el altar y ver quién venía a orar. Justo en ese momento, la puerta trasera se abrió y un hombre, entrando, se acercó por el pasillo. El pastor frunció el ceño al ver que el hombre no se afeitaba hace tiempo, su camisa estaba desgarrada y en mal estado y su abrigo desgastado y deshilachado, el hombre se arrodilló e inclinó su cabeza, luego se levantó y salió.
En los días siguientes,exactamente al medio día, el pastor veía a este hombre cómo en cada visita que hacía, se arrodillaba por un momento con la lonchera en su regazo, así que las sospechas de robo crecían como principal temor y decidió detener y preguntarle a aquel hombre, "¿qué hace usted aquí?"
El hombre, quien ya era viejo, le contó que era trabajador en una fábrica y que la media hora que tenía para almorzar, era su tiempo de oración, tiempo de búsqueda de poder y fuerza: "Sólo permanezco un momento porque la fábrica queda muy lejos, me arrodillo para hablar con el Señor y algo así es lo que le digo: sólo vine a decirte, Señor, qué feliz he sido desde que nos hicimos amigos y te llevaste mi pecado. No sé mucho cómo se debe orar, pero pienso en ti cada día, así que, Jesús, este es Ben, reportándose hoy".
El pastor sintiéndose mal, le dijo a Ben que estaba bien. Le dijo, además, que sería bienvenido allí para orar cuando quisiera. "Es hora de irme, y gracias", dijo Ben, y se apuró a salir. Luego el pastor se arrodilló en el altar, como nunca antes lo había hecho. Su corazón frío, derretido ahora por el calor del amor, sentía como si tuviera a Jesús frente a frente y con lágrimas rodando por sus mejillas, repitió la oración del viejo Ben: "solo vine a decirte, Señor, qué feliz he sido desde que nos hicimos amigos y te llevaste mi pecado. No sé mucho cómo se debe orar, pero pienso en ti cada día, así que, Jesús, este soy yo, reportándome hoy".
Un día pasado el medio día, el pastor se percató de que el viejo Ben no había ido y así muchos otros días pasaron sin que Ben apareciera, así que se preocupó un poco. En la fábrica preguntó sobre el, enterándose de que estaba enfermo. El personal del hospital estaba preocupado pero Ben sólo les subía el ánimo.
La semana que Ben estuvo con ellos, trajo cambios en todos ellos. Sus sonrisas y su gozo eran contagiosos y cambiar la vida de aquellas personas era su recompensa. La enfermera jefe no podía entender por qué Ben era tan agradable cuando ni flores, llamadas o cartas llegaban, ni siquiera una sola visita.
El pastor sentado al lado de la cama de Ben, escuchó la preocupación de la enfermera: "ningún amigo ha venido a cuidar de el, no tiene a dónde ir". Mirándolos con sorpresa, el viejo Ben levantó su voz y con una gran sonrisa
dijo: "La enfermera se equivoca, ella no sabe que El ha estado aquí todo el tiempo". Cada día al medio día El viene, un querido amigo mío, se sienta justo aquí a mi lado, toma mi mano, se inclina y me dice: "solo vine para decirte, Ben, lo feliz que he sido desde que somos amigos y me lleve tus pecados. Pienso en ti siempre, y amo escucharte orar. Así que, Ben, este es Jesús, reportándose hoy"...
Cuando recibimos a Cristo, no se nos prometo una vida sin desafíos y obstáculos. Aún experimentamos las subidas y bajadas que esta vida nos ofrece. Pero lo que si se nos promete es que nunca estaremos solos. La verdadera definición de un mejor amigo, la encontramos en Jesús. El está ahí para nosotros cada día. No es necesario levantar el teléfono o subir al carro... El estará con nosotros donde quiera que nos encontremos, ¿no es maravilloso?.
Traducido de aquí.
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