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Círculos Viciosos.

¿Por qué en Israel no deja de repetirse aquel refrán que dice: ¨Los padres comen uvas agrias y a sus hijos se les destemplan los dientes¨?    Ezequiel 18:2  Versión Dios Habla Hoy  

Aunque no todos los dichos populares son necesariamente una verdad, aquí tenemos un ejemplo de uno que sí. Los padres eran culpables de lo que eran y hacían sus hijos esto, sin tener en cuenta la influencia del medio ambiente y del inconsciente.

En la conducta humana está comprobado cómo el medio ambiente juega un papel muy importante;  con modelos negativos: padres alcohólicos, irresponsables, ausentes, madres dominantes y abusadoras y un ambiente totalmente negativo: todos mienten, todos hacen lo malo y pretender creer que es bueno, al fin sólo se podrá obtener como resultado, más de lo mismo.Encontramos en la trayectoria de la vida que, inconscientemente, repetiremos esos patrones aun siendo viejos y, para la gran mayoría, resultará imposible romper esos moldes.  

En tales casos, lo más común, es no aceptar responsabilidad personal alguna ante Dios, y terminar culpando a los demás. Algunos señalan a Adán, la excusa más antigua y sin mayor validez ante la palabra de Dios. Para otros son los maestros, por no enseñar eficientemente. También son chivos expiatorios los líderes religiosos, señalados como culpables por no inculcar valores reales. Los amigos, quienes llegan a tener gran influencia sobre nosotros, y por último los padres, como en el caso que estamos considerando. Sabemos y no debemos cometer los mismos errores que ellos cometieron, antes bien,  debemos imitar lo bueno que ellos hayan hecho. En pocas palabras: todos son culpables, menos yo... ¡Colosal error¡. No nos gusta tener que enfrentarnos con esta verdad, y además nos debe parecer incongruente estar dentro de esos círculos viciosos.

Considero esencial para nuestra vida ver cómo y por qué debemos evitar esos círculos viciosos. Dios nos creó a todos distintos, aunque físicamente podemos parecernos a nuestros padres, no existen dos personas iguales en este mundo. Para ilustrarlo mejor, se dice que cuando El te creó a ti, quebró el molde, e hizo lo mismo con todos. El Señor nos creó a su imagen y semejanza, por eso le asiste el derecho de pedirnos cuentas de nuestros actos morales. Adicional a esto sabemos y tiene un propósito para cada uno; conocerlo debe ser una búsqueda incesante, directa e íntima.

Se define la religión como el esfuerzo del hombre para unirse nuevamente a Dios, y cada religión ha elaborado, desde una perspectiva humana, su propio camino, rasgo este tan característico de nuestro tiempo. El principal de esos caminos: la propia justicia humana ganada por medios humanos, por buenas obras. En contraste, a la fe cristiana se le ha definido como el esfuerzo de Dios para revelarse al hombre, siendo Su palabra y la persona de Jesucristo los medios por lo cuales lo ha llevado a cabo.  La necesidad básica del hombre no es una religión, sino una relación con su Creador, Dios, y esa relación sólo es posible establecerla mediante Jesucristo, quien vino a este mundo para darnos vida en abundancia a los que hemos decidido morir al pecado.

Otro refrán, más conocido, es aquel que dice: ¨Quien la hace la paga¨ y en el capítulo 18 se presentan los siguientes casos: Un padre justo que tiene un hijo malvado a quien las justicias de su padre no le salvarán. Un padre malvado cuyo hijo no sigue sus caminos, el hijo no tendrá que pagar por los pecados de su padre. Y concluye el capítulo dejando claro que se trate del padre, del hijo o del nieto, todos los que obren bien serán recompensados, y todos lo que hagan el mal serán juzgados por sus delitos. Todos necesitan del arrepentimiento para ser aceptos a Dios. La justicia de Dios se pone de relieve en dos exhortaciones: una moral ¨–no quiero la muerte del pecador¨; y una exhortación de amor ¨–sino que se arrepienta y viva¨.

Puntos de observación de mucho interés son:  Aunque en este pasaje no se refiere a la muerte y vida espiritual, sin embargo, bien pueden se incluidas. La justicia a la que se refiere no era la justicia por la fe en Jesucristo, sino la justicia alcanzada por la obediencia a la ley, expresada principalmente en el respeto a Dios y al prójimo. Por supuesto la moral depende casi en su totalidad de la espiritualidad.

Finalmente, la lección y aplicación universal es: Todo hombre y mujer son responsables ante Dios de su propia condición espiritual, por eso la salvación es personal, y la decisión para aceptarla o rechazarla es también personal. La salvación no es herencia de los padres, es dádiva de Dios, otorgada mediante la fe en Jesucristo como Salvador y Señor.

Tomada y editada de Aquí.


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